Hay un gran número de libros maravillosos que ofrecen a los niños imágenes muy concretas para mostrar el tamaño de las criaturas y hacer comparaciones con su propio tamaño. El libro de Steve Jenkins Tamaño real y Tamaño real prehistórico han sido las opciones favoritas en nuestros anteriores laboratorios de aprendizaje sobre la medición.

El año pasado, Laura Miller informó de cómo ella y sus alumnos de preescolar de la Academia Prieto exploraron la medición lineal tras estudiar los animales polares. Se preguntaron: "¿Somos más altos o más bajos que un pingüino emperador?". Utilizaron el libro ¡Pingüinos! por Anne Schreiber para averiguar que la altura media de un pingüino emperador era de unos 44 centímetros.

Utilizaron cinta métrica y papel de carnicero grande para marcar esta altura y, con la ayuda de un retroproyector y un pingüino de juguete, crearon la sombra de un pingüino. Los alumnos trabajaron juntos para que la sombra del pingüino coincidiera con la marca que habían hecho en el papel de carnicero. Los niños compararon la altura de la sombra con la marca en el papel de carnicero. Comentarios como "Tenemos que hacerla más grande", "¡No tan grande!" y "¡Muévela!" se hicieron hasta que la altura de la sombra y la marca en el papel de carnicero fueran iguales. La clase trazó la sombra del pingüino y luego se dispuso a comparar sus alturas con la del pingüino. Las frases de comparación que utilizaron los niños fueron: "Soy del mismo tamaño que el pingüino" y "Soy un poco más alto".

Tras esta experiencia de comparación directa, la Sra. Miller preguntó a los alumnos: "¿De qué otra forma podemos medir este pingüino?". La primera respuesta de un alumno de la clase de la mañana fue: "¡Los libros!". Surgió un debate en torno a cómo podían utilizar los libros para medir. Se plantearon varias cuestiones:

• ¿Deben colocarse los libros en posición horizontal o de pie?
• ¿Se caerían?
• ¿Todos los libros son del mismo tamaño?

La Sra. Miller comparte la conversación que siguió:

Una alumna, Laura, sugirió que podíamos poner los libros en horizontal para que se equilibraran mejor que si los poníamos de pie. Después de darse cuenta de que no todos los libros son del mismo tamaño y de que harían falta muchos libros para completar la tarea, Jonathan sugirió que usáramos bloques. "¡Podemos usar bloques; son iguales!" dijo Jonathan en referencia a que los bloques tienen el mismo tamaño. Los niños compartieron sus ideas sobre lo que pensaban que serían los mejores bloques a utilizar. Se decidió que los triángulos serían demasiado complicados y que los rectangulares serían los mejores. Después de apilar los bloques y contar cuántos bloques rectangulares largos (8) y cuántos rectangulares cuadrados (16) equivaldrían al tamaño de un pingüino, uno de nuestros compañeros de lectura señaló que el número se duplicaba porque se necesitan dos rectángulos cuadrados para hacer un rectángulo largo.